Datos personales

martes, 17 de agosto de 2010

La estrella de mar.....


Había una vez... un escritor que vivía en una tranquila playa, cerca de una colonia de pescadores.
Todas las mañanas iba a caminar por la orilla del mar para inspirarse y las tardes las concurría en su casa escribiendo.

Cierto día, mientras caminaba por la playa, vio una sombra que parecía bailar. Al acercarse a esa figura, se dio cuenta que se trataba de un joven que recogía estrellas de mar que estaban en la arena para tirarlas nuevamente al mar.

- ¿Por qué está haciendo esto? - preguntó el escritor.

- ¿Usted no ve? - explicó el joven - La marea está baja y el sol está brillando. Ellas se secarán y morirán si permanecen aquí, en la arena.

El escritor se quedó paralizado por lo que había dicho el joven, y él le dijo:

- Joven, existen millones de kilómetros de playa en este mundo y centenas de millones de estrellas de mar desparramadas por las playas. ¿Qué diferencia hay? Vos tiras sólo unas pocas estrellas al océano y la mayoría muere. ¿Qué diferencia hay?

- Para esa estrella, si hice una diferencia...

Aquella noche el escritor no pudo escribir, ni siquiera dormir. Por la mañana del siguiente día volvió a la orilla, buscó al joven y se unió a él, juntos comenzaron a arrojar las estrellas de mar al océano.


AHORA SON DOS LOS QUE QUIEREN HACER UN LUGAR MEJOR: ESA ES LA DIFERENCIA.

-Ale-

La rosa...


Había una vez una rosa muy hermosa y bella. Se sentía de maravilla al saber que era la rosa mas bella del jardín. Sin embargo, se daba cuenta de que la gente la veía de lejos. Un dia se dió cuenta de que al lado de ella siempre había un sapo grande y oscuro y que era por eso que nadie se acercaba a verla de cerca. Indignada ante lo descubierto le ordenó al sapo que se fuera de inmediato; el sapo muy obediente dijo:

-"Esta bien, si así lo quieres..."
Poco tiempo despues el sapo pasó por donde estaba la rosa y se sorprendió al ver la rosa totalmente marchita, sin hojas y sin petalos. Le dijo entonces:
-"Vaya que te ves muy mal. -¿Qué te pasó?"
La rosa contestó
-"Es que desde que te fuiste las hormigas me han comido día a día, y nunca pude volver a ser igual."
El sapo solo contesto
-"Claro, cuando yo estaba aquí me comía a esas hormigas y por eso siempre eras la mas bella del jardín".

Muchas veces despreciamos a los demás por creer que somos mas que ellos, mas bellos, mejores, simplemente que no nos "sirven" para nada. Nadie sobran en este mundo, todos tenemos algo especial, que hacer, algo que aprender de los demas o algo que enseñar, y nadie debe despreciar a nadie. No vaya a ser que esa persona nos haga un bien del cual ni siquiera estemos conscientes.

-Ale-

La forma de hablar...

Un Sultán soñó que había perdido todos los dientes.
Después de despertar, mandó llamar a un Sabio para que interpretase su sueño.
¡Qué desgracia Mi Señor!, exclamó el Sabio, Cada diente caído representa la muerte de un pariente suyo.
¡Qué insolencia!, gritó el Sultán enfurecido, ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!
Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos.
Más tarde ordenó que le trajesen a otro Sabio y le contó lo que había soñado.
Este, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo:
¡Excelente Señor! Gran felicidad te fue reservada. El sueño significa que vivira mas que todos sus parientes.
Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro.
Cuando éste salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:
¡No es posible! La interpretación que hiciste de los sueños es la misma que el primer Sabio. No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro.
Recuerda bien amigo mío, respondió el segundo Sabio, que todo depende de la forma en el decir..uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse.

Ciego


Dicen que una vez, había un ciego sentado en la vereda, con una gorra a sus pies y un pedazo de madera que, escrito con tiza blanca, decía: “POR FAVOR AYÚDEME, SOY CIEGO”.

Un creativo de publicidad que pasaba frente a el, se detuvo y observó unas pocas monedas en la gorra. Sin pedirle permiso tomo el cartel, lo dio vuelta, tomo una tiza y escribió otro anuncio.
Volvió a poner el pedazo de madera sobre los pies del ciego y se fue.

Por la tarde el creativo volvió a pasar frente al ciego que pedía limosna, su gorra estaba llena de billetes y monedas. El ciego reconoció sus pasos y le preguntó si había sido él el que rescribió su cartel y sobre todo... ¿qué había puesto?.
El publicista le contestó: "Nada que no sea tan cierto como tu anuncio, pero con otras palabras", sonrió y siguió su camino.
El ciego nunca lo supo, pero su nuevo cartel decía: “HOY ES PRIMAVERA... Y NO PUEDO VERLA”.


¡Cambiemos de estrategia cuando no nos sale algo, y veremos que de esa manera puede que resulte!

-Ale-